¿Cómo piensa un arquitecto? Hemos hablado alguna vez de la creatividad del arquitecto como cualidad crucial en nuestra actividad.
Hace un tiempo escribí en el blog de Fundación Arquia un post, titulado Oda a los arquitectos de cerebros amarillos, en el cual exaltaba esta característica que los arquitectos normalmente exhibimos y que resulta escasa (y valiosa) en la sociedad.
Sin embargo, nuestra profesión requiere más cosas. Es un mix de destrezas mentales diversas difícil de reunir.
Aquel post da pie al artículo de hoy, en el que vamos a reflexionar acerca del funcionamiento mental del arquitecto y, sobre todo, de lo que podemos ofrecer como colectivo y como individuos.
¿Y por qué esto es importante?
Bueno, el autoconocimiento siempre lo es. Te ayuda a entender tus puntos fuertes y a trabajar tus áreas de mejora. Además, conociéndote a ti mismo vas a ser capaz de conocer mejor a los demás y de entender sus necesidades.
Y de eso trata lo nuestro, de satisfacer necesidades de personas. Debemos ofrecer cosas concretas útiles para la gente, y para ello qué mejor que analizar cómo piensa un arquitecto.
Cómo piensa un arquitecto y el test de Herrmann
En el artículo que he mencionado hablé del test de Herrmann.
Como todo modelo, la propuesta de Herrmann es una simplificación. Evidentemente, cada persona es un mundo, cada individuo tiene mil matices y categorizar tiene un margen de error importante.
Da lo mismo
No pretendo explicar la realidad a través de este modelo, sino que nos dé una excusa y un marco de referencia para hablar del tema de este post.
Existen versiones diferentes del test, pero todas ellas tienen como objetivo reflejar la tendencia de funcionamiento cerebral de una persona conforme a una clasificación.
Herrmann distingue, llamémoslo así, “cuatro tipos de cerebros”, y les pone un color.
En el lado “racional” del cerebro, hemisferio izquierdo, tenemos el azul (frontal) y el verde (basal). En el lado “emocional” del cerebro, hemisferio derecho, el amarillo (frontal) y el rojo (basal).
Azul – Terminator
El cerebro azul es el que se orienta a objetivos. Lo que le interesa es el resultado y el camino más efectivo para llegar a él, sin perder el foco. Lo que se hace durante ese camino se justifica en función del resultado.
Le encanta evaluar las opciones disponibles y tomar decisiones en función de cuál contribuye mejor al logro que se busca. Tiene, por tanto, gran capacidad de diagnóstico y acción.
Además, suele destacar por su determinación, por perseguir su meta de manera incansable cual Terminator.
La principal crítica que recibe suele ser precisamente consecuencia de esa determinación, que le lleva a ser percibido como excesivamente dominante por algunas personas.
También es posible que se confunda su orientación al resultado con falta de escrúpulos (el fin justifica los medios), aunque obviamente esto no tiene por qué ser así. Se puede ser muy azul y conducirse conforme a unos valores no maquiavélicos.
Verde – Sheldon Cooper
El cerebro verde es organizador. Se centra en el proceso para hacer las cosas, en que todo esté ordenado y siga una secuencia lógica. Establece un marco de operaciones y reglas concretas.
Es capaz de descender al detalle tanto como sea necesario para lograr la mejor calidad posible.
El verde suele ser disciplinado. Cuando coge el camino definido, lo sigue sin apartarse del proceso de un modo muy confiable. Crea hábitos fácilmente. Sin embargo, el cambio le cuesta.
La crítica que recibe tiene que ver normalmente con la rigidez y la lentitud. Si seguir el proceso implica no coger atajos o abreviar, es posible que algunas personas no tengan tanta paciencia aunque el resultado sea muy bueno.
Un punto peligroso del verde es el exceso de perfeccionismo. Es importante saber dónde parar.
Amarillo – Salvador Dalí
El cerebro amarillo es el innovador, creativo, imaginativo, holístico e integrador. Se preocupa por la “big picture”, por hacer las cosas de manera diferente y por los nuevos caminos, incluso a expensas del cuidado del detalle.
Le encanta innovar, imaginar propuestas y expresarlas con énfasis. Es el individuo que mejor lleva el cambio (e incluso lo disfruta). Aquí entra la creatividad del arquitecto.
La otra cara de la moneda es que el amarillo tiende a la dispersión y a la pérdida del foco. Como generador de ideas innovadoras, es posible que antes de llegar a concretar una ya esté creando la siguiente, porque además se aburre fácilmente.
El individuo amarillo suele ser impetuoso y a veces un tanto excesivo, y puede llegar a costarle aterrizar esas ideas para concretarlas en propuestas con posibilidades reales y sin riesgos excesivos.
Este tipo es, de lejos, el más escaso en nuestra sociedad (alrededor de un 6% de las personas). ¿Crees que se parece a cómo piensa un arquitecto?
Rojo – Nelson Mandela
El cerebro rojo es el interpersonal. Pone el énfasis en las relaciones humanas, en la empatía, en hacer las cosas preocupándose por los demás y por engrasar las relaciones entre personas como camino hacia el éxito.
Valora especialmente el trabajo en equipo, visto desde un punto de vista empático. Es importante conseguir el objetivo, pero también lo es hacerlo de modo que las personas del equipo estén satisfechas.
El individuo rojo es el que disfruta de las personas y sabe comprenderlas. Es sensible a sus preocupaciones y perceptivo ante sus estados de ánimo.
A veces se le critica que sea excesivamente sensible, lo que le puede llevar a no avanzar por tratar de evitar los conflictos, a ser excesivamente sumiso e incluso a perjudicarse a sí mismo en pro de los demás.
Este tipo es el más abundante en las culturas latinas como la nuestra.
¿Para qué sirve todo esto? Realmente, ¿cómo piensa un arquitecto?
Todo esto tiene su traducción en nuestro comportamiento. Aunque todos tenemos parte de cada uno de los cuatro tipos, suele haber uno o dos que predominan.
Identificarlo nos puede ayudar a entendernos mejor a nosotros mismos, y también a entender a los demás. Nos permite conectar mejor con las personas.
Es importante conocernos a nosotros mismos para entender a los demás #arquitectura #creatividad #CómoPiensaUnArquitecto Share on XSi tienes un cliente de cerebro verde, céntrate en explicarle el proceso de lo que vas a hacer y cómo todo sigue una línea estructurada. Dale muestras de que has reflexionado tu propuesta minuciosamente, y también tiempo e información para tomar sus decisiones.
Si tu cliente es azul, le interesan más que nada los objetivos. Háblale de ellos, el resto le importa poco. Como le gusta tomar decisiones, lo hará aunque tú no quieras. Por ello, es bueno que le plantees alternativas para que pueda escoger. No es nada recomendable divagar, es mejor tener una argumentación clara y lógica.
Cuando tu cliente es amarillo, intenta sorprenderle con algo nuevo o resaltando lo innovador de tu propuesta. También déjate sorprender por él, se emocionará con sus propuestas imaginativas. Dale espacio y tiempo, que fluya su imaginación, y permítele que se exprese cuanto estime necesario.
El rojo será muy empático, y tú debes serlo también. Le va a importar cuánto hay de humano en lo que haces, y también va a ser muy sensible a cómo plantees la relación con él. Debes interesarte realmente por sus necesidades y preocupaciones, preguntarle, escucharle, y hablar de los estados de ánimo que tu propuesta va a producir en las personas que van a vivirla.
¿Que cómo piensa un arquitecto? Pues, como ves, se nos exige pensar de un modo muy polifacético.
Colores en la profesión. Creatividad del arquitecto
Pese a lo escaso que resulta el cerebro amarillo en la población, los arquitectos tenemos entre nosotros una mayor representación de esa tendencia (la creatividad del arquitecto), a veces compartiendo preponderancia con el azul o el verde.
Es normal, deformación profesional
Amarillos por la visión holística e integradora (de lo general a lo particular), la capacidad para materializar cosas que no existen, etc. Al mismo tiempo, con los objetivos muy claros, propio de los azules. Y cuidando el detalle, muy verde.
Todo esto nos lo aporta nuestra formación, y al mismo tiempo acudimos a esa formación porque somos así. Es la pescadilla que se muerde la cola.
El caso es que nuestra profesión es muy exigente. Además de toda esa creatividad del arquitecto y esa capacidad de no perder de vista los objetivos (por ejemplo, la funcionalidad), también se necesita un buen componente verde para establecer procesos y cuidar lo concreto.
La #arquitectura es muy exigente: creatividad, empatía, procesos, objetivos #arquitectura #creatividad #CómoPiensaUnArquitecto Share on XEs realmente difícil completar un buen proyecto de arquitectura sin seguir un sistema lógico o sin descender al detalle (del tirador a la ciudad o al revés). Para ejercer la profesión, necesitamos definir procesos y pasar por el filtro del cumplimiento de mil normativas, bajar las ideas a tierra.
Y obviamente el contacto con el cliente suele exigir empatía y cualidades propias del cerebro rojo. Y no olvidemos que nuestra profesión tiene (debería tener) un componente social acusado.
Así pues, la arquitectura tiene requisitos complicados, nos pide ser multicolores. Nos pasamos la vida buscando el compromiso entre creatividad y funcionalidad, idea y organización, normativa y necesidades del cliente, etc.
Hablemos un poco más sobre cómo piensa un arquitecto
Esta facultad inherente al ser humano es uno de los grandes motores de nuestras vidas. Es imprescindible en cualquier ámbito y situación y especialmente importante en actividades como la arquitectura. A mí es un tema que me fascina.
Cuando queremos comprender cómo piensa un arquitecto, es necesario hablar de creatividad. Si no la llevas de serie, habrán intentado inculcártela en la Escuela de Arquitectura. A veces disfrazada de método o de lógica deductiva, pero en realidad tenemos (necesitamos tener) siempre algunos puntos de creatividad inductiva.
Vamos a desarrollar un poco más lo referente a creatividad del arquitecto para intentar darte consejos para aumentarla.
El miedo al error y la creatividad del arquitecto
Siempre lo digo: en el mundo de la creatividad, el miedo es un asesino en serie. Es decir, para ser creativo es necesario que pierdas el miedo a equivocarte.
Creo que la persona que mejor explica este concepto y que mejor transmite sobre creatividad es Ken Robinson, autor de “El elemento” y otras obras que te recomiendo leer. Ken Robinson reivindica una educación que no nos inculque el miedo al error, que no estigmatice las equivocaciones y que no nos empuje a imponernos corsés restrictivos que luego no podamos quitarnos a la hora de ser creativos.
Efectivamente, es lo que sucede durante los años que pasamos en el sistema educativo y en nuestro día a día en el mundo laboral (y fuera de él). Un error es considerado lo peor que puede hacer una persona. Y no vamos a decir que cometer errores es ser creativo, pero si no estás preparado para equivocarte nunca conseguirás ideas originales de valor.
Si no estás preparado para equivocarte, nunca conseguirás ideas originales de valor #arquitectura #creatividad #CómoPiensaUnArquitecto Share on XPicasso decía que “Todos los niños nacen artistas; el problema es permanecer siendo artista a medida que crecemos”. Es cierto. Necesitamos experimentar, lanzarnos y equivocarnos a veces, y utilizar estos errores como palanca para dar un salto creativo.
Creo que dentro del concepto de cómo piensa un arquitecto no abunda el miedo, al menos comparándolo con otras profesiones.
Os pongo el enlace a la charla TED más conocida de Ken Robinson. Vale la pena, de verdad, por el contenido y por su maestría a la hora de comunicar.
La creatividad según la neurociencia
El cerebro humano es extraordinariamente eficaz y eficiente y tiende al mínimo gasto de energía. Simplificando: si tiene que hacer algo, y para ello puede utilizar una receta que ya ha funcionado, no intentará algo diferente.
Además también tiende al riesgo cero, por lo que las soluciones nuevas pierden la batalla frente a las soluciones probadas por ser las primeras más inseguras.
El cerebro equivale a unos padres hiperprotectores
Nos pasamos la mayor parte del día funcionando en modo supervivencia, esto es, aplicando recetas con el piloto automático ante problemas conocidos. Esto tiene un aspecto positivo: nos protege de peligros inesperados y nos ayuda en muchas tareas mecánicas. Es lo que hace, por ejemplo, que seamos capaces de conducir un coche o montar en bicicleta automáticamente sin tener que concentrarnos en cada gesto.
Esas recetas que aplicamos no son más que slots de información alojados en nuestro cerebro; son redes neuronales o sinápticas que se forman cuando las neuronas “aprenden” a hacer algo y se conectan unas a otras mediante sinapsis. Cuantas más veces repetimos la misma solución para un problema, más fuerte se hace esa conexión y más sólida es la red neuronal.
Digamos que si al cerebro le encargaran un proyecto de viviendas adosadas, intentaría colocar el último que hubiese hecho en otro lugar. Alguien por la costa de Alicante tenía algunas redes neuronales muy fuertes.
Evidentemente, este funcionamiento es contrario al concepto de creatividad. El cerebro se va a resistir al cambio por comodidad y por seguridad, por lo que el modo de ser más creativo empieza por romper algunas de esas redes neuronales. La buena noticia es que se puede, gracias a una propiedad del cerebro denominada plasticidad neuronal.
La mala es que eso no se hace en dos días.
Un par de curiosidades más sobre cómo piensa un arquitecto
- Tradicionalmente se ha dicho que la parte más imaginativa del cerebro es el hemisferio derecho, mientras que el izquierdo es la parte más racional. Las personas utilizamos ambos siempre, pero en algunas predomina uno más que otro. De hecho, muchos expertos afirman, no sin cierta razón, que las ideas del hemisferio derecho se filtran con el izquierdo. Y luego está Voltaire, que dijo que “La originalidad no es otra cosa que imitación con criterio”.
- Se ha constatado que existen neuronas en grandes cantidades en nuestro estómago e incluso en nuestro intestino, lo cual es tremendamente interesante. A veces tenemos “mariposas en el estómago”, o decimos que “no tengo estómago para esto”. Los alemanes, cuando hacen algo sin un proceso definido, imaginando o por aproximación lo hacen “mit dem Bauch”, es decir, “con la tripa”.
La creatividad del arquitecto también se entrena
Existe la creencia de que la creatividad es algo innato, una especie de talento con el que se nace o no se nace. Falso. Puede que existan personas más predispuestas hacia su hemisferio cerebral derecho o con mayor imaginación, pero todo el mundo puede entrenarse para ser creativo.
La creatividad se trabaja, y los problemas creativos concretos también. Otra cita de Picasso:
La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando
Es evidente que cuanto más trabajemos en un asunto, más fácil será que tengamos ideas novedosas de valor sobre ese asunto.
Otra creencia extendida es que la creatividad es una especie de magia, una genialidad casi sobrenatural que sucede a veces en ciertos individuos y que no se puede explicar. También falso. Las ideas creativas proceden la mayoría de las veces de la capacidad del ser humano de conectar conceptos procedentes de campos muy diferentes. Al relacionar esos conceptos surge el valor.
Muchas veces la persona que ha tenido esa chispa de creatividad, no considera que haya hecho algo realmente especial. ¿A ti no te ha pasado? “Total, si solamente se me ha ocurrido esto porque he recordado esto otro o porque tal me ha parecido cual”. Y para conectar conceptos más vale que tengamos una mente abierta, que nuestro cerebro sea un espacio fluido en lugar de uno compartimentado.
El caso es que podemos entrenarnos para ser más creativos, soltándonos, practicando y poniéndonos en la disposición y circunstancias adecuadas.
Podemos entrenarnos para ser más creativos #arquitectura #creatividad #CómoPiensaUnArquitecto Share on XY lo mismo con el resto de funcionamientos mentales. Cómo piensa un arquitecto es muchas veces el resultado de lo vivido en la Escuela en una formación muy dura e intensa.
10 trucos para fomentar la creatividad
Allá van algunas sugerencias para que aumentes tu creatividad de arquitecto.
Trucos que dependen mucho de tu actitud
- Para empezar, ya lo hemos dicho, pierde el miedo. Atrévete a probar cosas, aunque parezcan de entrada descabelladas. Muchas veces esas pruebas llevan a soluciones de mucho valor. Perder el miedo es el 90% de lo que necesitas para ser más creativo.
- Ponte en contextos en los que la valentía sea valorada y el error no penalizado. Obviamente, perderemos muchísima capacidad creativa si, por ejemplo, trabajamos en un equipo en el que si decimos algo “no válido” recibimos desprecio o perdemos prestigio.
- Abúrrete. Sí, aburrirse. El chispazo llega más fácilmente cuando nos acercamos a un funcionamiento menos consciente y más subconsciente del cerebro (en otro artículo hablaremos de ondas beta y alfa). A veces esto ocurre cuando no hacemos nada o cuando hacemos actividades muy mecánicas sin pensar. Yo he tenido bastantes iluminaciones fregando los platos.
- Oblígate a realizar tareas cotidianas de forma diferente a como las sueles hacer, por ejemplo, ir a tu destino habitual por otro camino. Esto ayuda a fomentar la plasticidad del cerebro a medio y largo plazo.
- Ten espíritu crítico, busca caminos nuevos. El pensamiento creativo no busca la excepción que confirma la regla, sino la excepción que desafía la regla.
Trucos más prácticos
- Si en un problema creativo no encuentras respuestas, es útil cambiar las preguntas. Míralo desde otro ángulo. Einstein decía “Si tuviera una hora para resolver un problema, y mi vida dependiera de ello, gastaría 55 minutos en determinar la pregunta apropiada, porque una vez conocida la correcta, podría resolver el problema en menos de cinco minutos”.
- Evita interrupciones inútiles en los momentos de creación. Si lo dejas es para descansar, aburrirte o hacer algo que te distraiga de verdad, pero no para concentrarte en otra cosa. Cuando estés creando, no te disperses con las notificaciones de Twitter.
- A mí me ayuda escuchar música. Pero música de verdad, no reggaetón. A una amiga mía le funciona ponerse a bailar. A mí no, yo bailo como una almeja. Cada uno puede encontrar su sistema. Vale, incluso el reguetón.
- El Taichí también me ayuda a poner la mente en buena disposición. A otras personas la meditación Mindfulness. Se trata de parar, vaciar la mente, acercarse al subconsciente y volver. Don Draper dice en Mad Men que hay que concentrarse en ello, trabajarlo intensamente, dejar de pensar en ello y vaciar la mente, y luego volver.
- Un clásico de Edward de Bono: buscas una palabra en el diccionario al azar. Luego la relacionas con el problema. Haces analogías entre esa palabra y el problema, sus sinónimos y antónimos y las condiciones del problema, y lo escribes. En ese proceso surgirán una soluciones. La metáfora es una herramienta muy poderosa.
Pero bueno lo más importante es que te quedes con la idea de que la creatividad tiene mucho de actitud. Hay que cuidarla y entrenarla.
Perder el miedo es el 90% de lo que necesitas para ser más creativo Share on XUna cosa más: te animo a desafiarte continuamente aunque las cosas vayan bien.
¿Estamos predestinados por nuestro color cerebral? La respuesta a cómo piensa un arquitecto
No, claro que no. Una cosa es cómo le gusta funcionar a nuestro cerebro, y otra es la formación y el entrenamiento que recibamos.
Somos capaces de ensanchar nuestras capacidades mentales para ser más completos, al mismo tiempo que potenciamos nuestras mayores virtudes. De hecho, el ejercicio de la profesión nos lo exige.
Además, podemos complementarnos con otras personas para conseguir cosas. Es la potencia del trabajo en equipo.
Yo, por ejemplo, siempre que hago este tipo de tests salgo radicalmente amarillo con un componente menor de rojo. El verde y azul, casi ni tocarlo.
Sin embargo, he trabajado para desenvolverme bien con la orientación a objetivos sin perder el foco y la implantación de un sistema organizado de compromisos. He desarrollado mi efectividad personal.
Porque de eso se trata, de autoconocerse para mejorar y para relacionarse de manera más fluida con los demás.
Autoconocerte es fundamental para ensanchar tus capacidades y relacionarte mejor #coaching Share on XAsí pues, ¿cómo piensa un arquitecto? De muchas maneras, pero casi siempre siendo un poco más creativo que otras personas y con exigencia de tener una manera de enfocar las cosas muy completa. Y eso sí tenemos que agradecérselo, en gran parte, a nuestra formación.
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Interesantísimo! 🙂 ¿qué haces cuando tienes un poco de todo? Tendrá que ver con el sentirse un arquitecto todoterreno interesada por cada una de las vertientes de la profesión? 😉
Hola, Marina.
Pues en realidad la profesión nos lo exige, así que date por afortunada. 🙂
Muchas gracias por leerme y por comentar.
¡Un saludo!
Que bueno es saber que no estoy solo en este mundo……..soy mas amarillo de lo que me gustaría ser, muy interesante tu articulo, no me queda mas que aprender y reeducar a mi cerebro para con la dosis correcta de organización y empatia alcanzar mis objetivos….Gracias!
¡Ánimo, Jorge!
Está bien trabajar los aspectos menos innatos, pero tampoco te obsesiones. Potencia tu mejor lado. 🙂
¡Un saludo!
hola desde Perù, no se como ser mas creativo y tener ideas, para ser un buen arquitecto
¡Hola, Cristofer!
Muchas gracias por comentar. 🙂
Prueba con los consejos que te doy en el post, entrena la creatividad cada día y analiza mucha arquitectura. Muchas veces la creatividad se despierta teniendo en la cabeza buenos ejemplos puestos en contexto.
¡Ánimo!
Un saludo.
Hola
Hace años estudié muchos libros sobre neurociencia para llevarlo al campo del proyecto de arquitectura…. Llegue a hacer una tesis y publiqué un libro. Cuando empecé el segundo para ver cómo funciona el cerebro del arquitecto creativo, me encontré que casi todo lo que había leído era meramente especulativo, porque la ciencia en realidad poco tiene avanzado de cómo funciona el cerebro….
Estamos mucho antes de dónde nos gustaría estar.
Un abrazo
¡Hola, Raúl!
Qué interesante. Efectivamente, tengo la misma sensación de que estamos en pañales, aunque avanzando. Encuentro autores como Ramachandran o Mora que dicen cosas interesantes, pero estamos lejos de un cuerpo científico.
Muchas gracias por comentar.
¡Un saludo!