El estrés en la arquitectura se ha dado por supuesto desde casi siempre. Parece que es un ingrediente cotidiano de la profesión. ¿Por qué? ¿Somos los arquitectos un poco masoquistas?
Precisamente ese modo de considerarlo algo “normal” en la profesión es lo que lo hace tan peligroso.
¿Conoces el síndrome de la rana hervida? Seguramente has oído hablar de él. Sí, esa rana en la olla que se va cociendo poco a poco hasta que muere.
Tal vez podríamos acuñar también el “síndrome del arquitecto hervido”, porque a veces nos comportamos así.
Vamos a hablar de la cotidianidad del estrés en la arquitectura, y trataremos de que averigües si te estás cociendo a fuego lento en tu tinta. Vamos, hablaremos de cómo ser arquitecto y no morir en el intento.
Síndrome de la rana hervida
El síndrome de la rana hervida se basa en una fábula de Olivier Clerk, y se ha popularizado bastante desde que Daniel Goleman lo nombró en algunos de sus escritos sobre inteligencia emocional.
La fábula cuenta lo que le ocurre a un rana metida en una olla con agua a temperatura ambiente. Si vamos calentando progresivamente el agua, la rana no llegará a darse cuenta de que se está cociendo, y finalmente morirá. Podremos ponerle pimentón y sal gorda.
Evidentemente, esto no pasa si echamos en la olla a la rana con el agua ya hirviendo. En ese caso, el batracio saltará automáticamente y escapará, porque percibirá la amenaza.
Veamos qué tiene que ver esto con el estrés en la arquitectura.
El estrés en la arquitectura y los arquitectos-rana
¿Qué tiene que ver esto con el estrés al que estamos sometidos los arquitectos? Bueno, es que a veces parecemos ranas.
Simplificando mucho, podemos distinguir entre estrés en la arquitectura por el día a día o por sucesos inesperados. Esto es, agua que se calienta poco a poco o chorros de agua hirviendo.
Para el estrés que nos generan los acontecimientos súbitos, por ejemplo un accidente en obra o un error grave de algún tipo, paradójicamente nuestro organismo está más preparado. Reconocemos la fuente del estrés y el golpe.
Nuestra gestión emocional será mejor o peor, pero al menos recibimos el aviso alto y claro. Sabemos a lo que nos enfrentamos y es más directo reaccionar. Si fuéramos ranas, saltaríamos de la olla de agua hirviendo.
Para ese otro tipo de estrés que se produce en el día a día no estamos tan preparados, y precisamente por eso es tan peligroso. Lo percibimos como algo cotidiano, no reconocemos la amenaza, y aunque resulta molesto nos acabamos adaptando. Nos vamos cociendo poco a poco sin saltar.
Esto pasa cuando en una obra vas dejando pasar cosas pequeñas que te van incomodando diariamente, cuando trabajas de manera poco efectiva con gran gasto de tiempo y energía, cuando te acostumbras a trabajar noches y fines de semana, cuando no aclaras algunas cosas con un compañero y vas tragando…
Los arquitectos acabamos aceptando como normales cosas que nos hacen daño.
Los #arquitectos acabamos aceptando como normales cosas que nos hacen daño #estrés Share on X
¿Por qué acabamos siendo arquitectos “a feira”?
Puede que no identifiquemos la amenaza y eso nos impida dar el salto. Sin embargo, otras veces sí nos damos cuenta de que no vamos por el buen camino y aun así seguimos. ¿Por qué?
Hay varias razones.
Cuando surge una primera señal la dejamos pasar. Eso nos lleva a la siguiente. Se produce una pérdida lenta gradual de la consciencia, de modo que acabamos aceptando comportamientos propios, se convierten en hábitos y acaban alejándonos de nuestra manera deseada de vivir.
A veces esto ocurre por miedo. Cuando evitar una situación supone enfrentarse a un miedo, puede que nos resulte más “barato” transigir. Lo mismo ocurre cuando decidimos evitar el conflicto.
La pereza es otra causa. Hay ciertos comportamientos que no logramos vencer por pereza. Cuando procrastinamos, por ejemplo, estamos poniendo los cimientos para acabar trabajando por las noches.
La comodidad también nos impide saltar. Si el grado de amenaza percibido no es grande, nos adaptamos a la situación y acabamos estando cómodos. El cambio, aunque sea a mejor, es incómodo.
Otra causa muy común son nuestras propias creencias limitantes. Hemos adoptado esas creencias porque son percibidas como “buenas”. Por ejemplo, quedarse hasta tarde a trabajar es percibido como propio de la profesión.
Nuestras propias creencias nos hacen percibir situaciones dañinas como buenas #coaching Share on X
En general, cuando perseveramos en situaciones perjudiciales sin saltar de la olla es porque encontramos un beneficio a corto plazo en ello. Ese “subproducto positivo” nos impide percibir lo perjudicial que es la situación a medio o largo plazo.
Cuando dejamos pasar algo en obra que nos va a acabar estresando, el subproducto positivo es evitar la situación incómoda del conflicto. Cuando trabajamos 16 horas diarias, podemos estar satisfaciendo nuestra creencia de que somos héroes por ello.
Etc.
¿Cómo sé si me estoy cociendo?
Detectar el estrés en la arquitectura no es complicado en la mayoría de los casos. Creo que muchos de nosotros somos capaces de ver qué nos está haciendo daño. Aun así, algunas situaciones relacionadas con creencias pueden estar más ocultas.
Pregúntate cosas:
¿Sientes cada día menos motivación por lo que haces?
¿Disfrutas con ello?
¿Chequeas de vez en cuando tus comportamientos para ver si estás alineado con tu misión, visión y valores?
¿Puedes identificar algún hábito que te esté perjudicando en algún área?
¿Tienes tiempo libre?
La mente puede llegar a ser extraordinariamente hábil para convencernos de que no existe causa de estrés, pero si contestas estas preguntas sinceramente, tal vez lo encuentres.
Una buena muestra nos la da nuestro cuerpo. Los síntomas físicos, son un indicador casi infalible de que algo va mal. Dolores de espalda, de cabeza, molestias digestivas, cansancio crónico… Todas estas cosas suelen estar causadas por el estrés, y en gran parte por el estrés cotidiano. Por el agua que se calienta.
Si tienes síntomas físicos repetidamente es porque algo pasa. Te estás cociendo cual batracio.
Síntomas físicos repetidos indican que te estás cociendo cual batracio #coaching #arquitectura Share on X
Saltar de la olla. Cómo ser arquitecto y no morir en el intento
Una vez has identificado el problema del estrés diario en relación a ciertas situaciones o comportamientos, la mayor parte del trabajo está hecho. Tendrás más prevención contra la amenaza, por lo que tu organismo estará más preparado.
Lo siguiente es acabar con esas situaciones. Para ello, puede bastar simplemente con proponértelo. Otras veces será más difícil. Según los casos, que pueden ser variadísimos, existen técnicas, aunque dependerán de cada una de las mil posibilidades.
Algo que funciona bastante bien en general es ponerte límites claros y cuantificables y cumplirlos. Dejar de trabajar a una hora determinada, no aceptar ciertas situaciones nunca, cortar hábitos ineficientes en tu manera de trabajar y sustituirlos por otros más efectivos…
Cualquier cosa que te sirva para acabar con la espiral del estrés diario. Vale la pena, de verdad. Tu salud y tu calidad de vida lo agradecerán.
¿Y tú? ¿Crees que estás cerca de formar parte del menú de entrantes y tapas de algún bar? ¿Localizas comportamientos, hábitos o situaciones que te hacen daño en el día a día? ¿Sabes cómo ser arquitecto y no morir en el intento?
Me encantaría que me dejaras un comentario, y si compartes el artículo te paso la receta de la rana “a feira”. 🙂
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Gracias por leerme. Que tengas un buen día.
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1 comentario en «ESTRÉS EN LA ARQUITECTURA. CÓMO EVITAR EL SÍNDROME DEL ARQUITECTO HERVIDO»